Negrura

En este tiempo aprendí a no poseer nada,
apenas lo imprescindible.

Contemplar las nubes, sus atrevidas formas.
Preguntarme si la felicidad era esto, un cóctel de sabores
bajo las palmeras, frente a un sol muy azul.

Gente de piel oscura entre las escamas brillantes del agua
y castillos de arena desmoronándose en la playa.

Resultó después que la vida iba en serio, que diría Biedma,
y envejecemos y morimos frente al salitre de los años.

Tumbados frente a la espuma de las palabras
entre tantos adioses.